domingo, 21 de octubre de 2012

DORADO XL (EXTRA LOVABLE!)

Son las doce de la noche, vuelvo  pegajosa y con unos pelos de loca de un concierto. Para casa que voy ya, porque no me aguanto más, maldito dolor de pies... Yo vuelva y una decena de compañeros de vagón se van. Unos chicos que gritan como verduleras, un banquero que vuelve a casa (¿de trabajar? sospechoso...) y una chica.
Me llama la atención tan solo subir, tiene cara de Noemí o de Estefanía, es rubia, alta y para nada delgaducha. La miro pensado en lo mona que va, unos pitillos negros con botas y un atrevido jersey con destellos dorados. Ella me devuelve la mirada y en sus ojos comprendo lo que me quiere decir. Esa expresión de "no me mire por favor, me siento horrible" y ese pensamiento de "seguro que se está fijando en mi barriga o en mis brazotes o en mi cara redonda". No sé que hacer, querría mirarla fijamente para decirle que no se preocupe, que la entiendo al 130% y que gane seguridad en sí misma que está guapísima. Pero no lo hago, sé que si me vuelvo a fijar en ella pensará mal, pensará que la juzgo, como casi todo el mundo. Ding dong ding, su para y baja apresuradamente mirando a los chicos, por si le dedican un último apodo, o insulto.
Injusto es la palabra, este extremo al que hemos llegado tiene que acabarse. La gente quiere a su madre, a su hermana, a su sobrino pero por encima de todo tiene que quererse a ella misma porque nadie lo hará por ellos. ¡Qué vivan el dorado y la 46! Y sobretodo, 'Qué vivan las curvas infinitas!

martes, 16 de octubre de 2012

¡HOLA A TOD@S!

Kilitos, chichilla, barriguita (¡cervecera o no!)... curvas, esas 'amigas' que nos acompañan a todos sitios las 24 horas del día. Harta estoy de ser juzgada por tener una 46 y no una 36. ¿De verdad hemos sido tan estúpidos para dejar que semejante aspecto importe tanto? Se acabó, la vida se disfruta, con kilos o sin ellos; y yo voy a cambiar el chip. Empecemos.

Soy una chica normal, amiga de mis amigos y buena con todo el mundo. Sin enemigos por el camino, he ido andando por la vida sin pausa pero sin prisa, pero con una sombra que siempre me ha acompañado: los kilos. No soy nada espectacular, mona de cara, pero con lo que parece ser un problema para todo el mundo: una 46. Durante años he 'disfrutado' de la magnifica sensación de no encontrar nada en las tiendas, no poder vestir a la moda y de miradas que matan. Como toda adolescente, opté por el mal camino para resolver este problemilla. Por suerte, no llegué a nada serio, cosa que no le pasa a todo el mundo. No entiendo porque la gente no lo entiende, valga la redondancia, al igual que no entiendo porque la gente es tan mala. ¿A caso su función en la tierra es juzgar a los demás? Tan fácil que seria que cada persona se ocupara de sus asuntos... Menuda utopía.
En fin, pasados mis años malos como la gordita simpática y estudiosa, he decidido ponerme las pilas y luchar. Luchar por mi, por las curvas, luchas para que todos los prejuicios que observo día a día lleguen a su fin, luchar por las personas nor-ma-les, porque no nos engañemos, una 46 es ser normal.